AMAZONAS: UNA REGIÓN DE MITOS Y REALIDADES

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En la década de los 80 y 90, cuando mi padre Marino Torrejón Rojas, profesor de historia y geopolítica del colegio Blas Valera, recorría con sus alumnos los diferentes sitios arqueológicos, pueblos y áreas ecológicas de la provincia de Luya, había un muchacho que, a pesar de las prohibiciones de su madre, entre llantos seguía a su padre para que le guíe y haga conocer la arqueología, pueblos y ecología del mundo donde habitaba.

Desde muy niño, mi padre me permitía acompañarle junto a sus alumnos, sorteando abismos, cerros y montes; y en este tránsito de pleno regocijo de mi niñez escuchaba a mi padre las explicaciones y conocimientos que brindaba a sus alumnos en pleno campo, no importaba la intensa lluvia que caía o el inclemente sol que nos quemaba.

Es en este momento de mi niñez en que me doy cuenta que nuestro Amazonas, no significaba ser un espacio territorial vacío y excluido, ya que observaba como imponentes en sus acantilados estaban nuestros Purunmachos “observándonos”. Carajía aparecía ante mis ojos, como unos monolitos de grandes guerreros de nuestro pasado glorioso que, desafiando al tiempo, nos enseñaban a visionar un futuro promisorio para Amazonas. Los pueblos que recorría con mi padre, representaban una verdadera reserva moral, de sencillez y humildad; ver al campesino amazonense atesorado de una libertad plena y de altos conocimientos de su mundo, me reflejaba ese alto potencial que poseen nuestros pueblos de Amazonas. Y qué no decir de la impresionante ecología que recorría. Ante nosotros se presentaban imponentes y misteriosas cataratas, cristalinos y sinuosos ríos y una inmensa variedad de flora y fauna.

Ante tanta bondad de nuestra naturaleza, la importancia de nuestro legado histórico y cultural, y la esperanza y visión de nuestros pueblos nos preguntamos: ¿Que ha pasado con nuestra Región en los últimas décadas?, ¿Que logros estratégicos hemos tenido en estos últimos años para el desarrollo de la región?, ¿Que visiones de desarrollo han tenido las autoridades que nos han gobernado estos últimos 50 años?, ¿Que megaproyectos de envergadura se han implementado para desarrollar nuestra agricultura, turismo y la preservación de los bosques?, ¿Hemos logrado mejorar nuestra calidad de vida regional o seguimos siendo una de las regiones más pobres del país?, En suma, ¿nos habremos quitado la venda de los ojos y observado la verdadera realidad de nuestra región?

Tenemos plena conciencia que nuestras necesidades son urgentes, pero somos conscientes también que Kuelap no se construyó de la noche a la mañana, por lo tanto, nuestra paciencia será bendita siempre y cuando tengamos planes de desarrollo para nuestra región; siempre y cuando las autoridades regionales y locales luchen por sus pueblos y visionen el futuro de Amazonas de una manera aceptable, viable y sostenible.

Amazonas es una región de mitos y realidades, donde conviven en el imaginario los grandes guerreros como Oc Soplin o Huayamil, pero también convive nuestro campesino, nativo y hombre de la ciudad. Los MITOS de nuestros Purunmachos y Solpeculebras se engalanan en las REALIDADES y potencialidades de nuestros sarcófagos, cataratas, en el luchador y esperanzador trabajo de nuestra gente.

Los hombres y las mujeres amazonenses, debemos adoptar una nueva mentalidad, debemos cambiar desde nosotros mismos, dejando atrás nuestras envidias y resentimientos. Dejando de mirarnos como enemigos y luchando colectivamente para nuestro desarrollo. Tomando conciencia del alto potencial que guardan nuestros recursos arqueológicos, ecológicos y nuestra cultura viva, identificándonos y conllevando a su conservación. Dando un valor agregado a nuestros productos agrícolas y ganaderos, y sus diferentes conocimientos y técnicas ancestrales en torno a estas actividades.

Nuestra gente, es el principal motor para el cambio que necesita la región, pero es necesario que nuestras autoridades, procuren construir nuevos enfoques de desarrollo, que reemplacen a la visión centralista, sectorializada y fragmentada de las políticas y planes de desarrollo nacionales, regionales y locales.

Los pobladores de nuestra región, son activos potenciales, donde se deben fortalecer sus capacidades y oportunidades. El verdadero fundamento del desarrollo humano a nivel regional, debe ser las reivindicaciones de todos y el equitativo acceso a las oportunidades. Es tarea de nuestras autoridades, hacer que el hombre y la mujer amazonense, desarrollen y fortalezcan sus capacidades para poder desenvolverse en este mundo competitivo y globalizado. Hay que invertir en este valioso capital humano con el que contamos. Este desarrollo humano sostenible en nuestra región debe dimensionarse en una constante búsqueda de la productividad, la equidad, la sostenibilidad y el empoderamiento social; los recursos para nuestro desarrollo lo tenemos en nuestras manos, en nuestra cultura, en nuestros monumentos, en nuestra ecología, en nosotros mismos.

Con suma necesidad, en Amazonas debemos conformar una arquitectura institucional sólida, reforzando el capital social e institucional; debemos llevar a cabo una transformación productiva a nivel de insumos locales, creando en ellos un valor agregado; debemos fomentar el desarrollo humano con seguridad alimentaria para que haya bienestar y oportunidades; debemos crear un fuerte capital de cooperación y competencia basados en nuestras culturas locales (campesina, nativa y urbana) y en la interculturalidad.

Recordemos que nuestros pueblos viven con la esperanza de salir adelante, nuestros hombres y mujeres viven dentro de una colectividad esperando el despegue regional a nivel humano y económico. Los niños amazonenses requieren un futuro seguro y promisorio. Tenemos todos los elementos para salir adelante, solo nos hace falta inteligencia, creatividad y visión de futuro. AMAZONAS NOS NECESITA HOY MÁS QUE NUNCA.

Hace 30 años caía el hermoso atardecer amazonense, y mi padre, después de enseñar a sus alumnos de la importancia de nuestra cultura y ecología; y yo escuchar y tomar conciencia de sus sabias palabras y observar las riquezas de mi alrededor, volvíamos cargados de esperanza a nuestro Luya y Lamud. Cargados de alegría y fuerza, entendiendo que somos una gran región de oportunidades y que algún día nosotros o nuestros hijos nos levantaremos observando un nuevo amanecer, una nueva región donde las personas conviven en estrecha armonía, luchando y haciendo uso de las riquezas que se esconden misteriosamente en nuestra arqueología, en nuestra ecología y en nuestra cultura viva.

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